Con esta expresión, la sabiduría popular (más sabia de lo que a menudo la consideramos) alude a que cada uno de nosotros, más tarde o más temprano, pagará por los daños y desmanes que haya cometido en su vida. Es cierto que el tiempo de estos ajustes no discurre al compás de nuestros husos (no usos) horarios, sino al ritmo que va marcando la propia vida. Ella es la que va poniendo cada cosa en su sitio.
Ayer, día 11 de noviembre se celebró la fiesta religiosa en honor de San Martín (316-397, Obispo de Tours), fecha en la que, tradicionalmente en nuestros pueblos, se realizan (o mejor, se realizaban) las populares matanzas de los cerdos. Y, ocurre, que todo cerdo, bueno o malo, de más o menos calidad, con mayor o menor peso,… le llegaba la hora de su “sentencia”, y ésta era en los días previos o posteriores al día de San Martín, y de ahí, aquello de que a “todo cerdo (o “guarro”, dependiendo de la comarca) le llega (antes o después) su San Martín”.
Este es el consuelo que a muchos de nosotros nos queda, que “aquí no se escapa ni el apuntador”.
En fín.
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Hasta el próximo jueves.
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