(Comentarios al refranero popular-religioso castellano)
Traer por la calle de la Amargura
Cualquiera de nosotros, en momentos en los que el
cansancio, los exámenes, las deudas, problemas con los hijos o las amistades,
trabajos pendientes,… nos agobian, hemos pronunciado esta expresión para
significar precisamente, eso, que lo estamos pasando mal, que sufrimos, que no
somos capaces de quitarnos aquello que, literalmente, nos “subyuga” y “azota” y
que, por tanto, nos genera sufrimiento en la travesía de ese mal trago en la
vida en el que no vemos final ni solución.
La Calle de la Amargura o Vía Dolorosa, en la
Ciudad Vieja de Jerusalén, se
corresponde con una parte del camino que Cristo tomó, cargando con la Cruz, en
dirección al Gólgota (Monte de la Carabela, a las afueras de la ciudad), lugar
donde se produjo la Crucifixión.
Hemos de suponer que Jesús cuando atravesaba esa
calle, “la de la Amargura”, no lo hubo de pasar nada de bien, es más, el
sufrimiento que experimentase sería, infinitamente superior al nuestro, pero
claro, a cada uno le duele lo suyo y
cuando atravesamos esos malos momentos evocamos nuestro particular “vía crucis”
a lo largo de nuestro “traer por la
calle de la Amargura”.
Hay muchas ciudades en las que existe la Calle de
la Amargura y que, por lo general, están vinculadas a los recorridos de los
desfiles procesionales, sobre todo de las Estaciones de Penitencia, y en las
que se celebran los famosos encuentros entre cristos y vírgenes. En algunas de
estas ciudades, como Madrid, existen varias leyendas sobre el origen de la
calle y de la expresión “traer por la calle de la Amargura”, pero yo, leídas
todas, me quedo con su origen “jerosolimitano” (de Jerusalén).
En fín.
Hasta el próximo jueves.
Calle de la Jerusalén antigua. |
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