MANO DE SANTO
Aunque el Diccionario de la Academia (DRAE) nos indique que se trata de una expresión coloquial, hemos de reconocer que las personas que utilizamos este tipo de expresiones peinamos ya (algunos, ni eso) más de una cana.
Con la expresión, “mano de santo”, queremos manifestar la bondad o el carácter milagroso de algún mejunje, remedio casero, medicina, masaje, alimento, o artefacto que nos ayuda rápidamente a poner solución a situaciones que, de alguna forma, nos acongojan y a la que de ninguna de las maneras éramos capaces de darle solución.
Durante siglos, ha existido en la Iglesia Católica la costumbre de cuando alguien moría en “olor de santidad” extraer algunas de las partes de su cuerpo (reliquias) para que conservándolas dignamente nos protegieran de las más variopintas acechanzas y, al mismo tiempo, mantuviéramos su presencia en nuestra mundana vida. Y así, pues nos encontramos con algunas reliquias de lo más curioso que uno pueda imaginar: pañales del Niño Jesús, gotas de leche de la Virgen, plumas del Ángel Gabriel, el cáliz de la última Cena, un diente de San Juan Bautista,… pero, sin lugar a dudas, la reliquia más venerada siempre han sido las “manos de los santos”, por su simbolismo y por ser instrumento de bendición y de sanación.
De todos es conocida que la mano de Santa Teresa, fue conservada varios años en poder Franco y que, tras la muerte del dictador, le fue entregada a las Carmelitas de Ronda (Málaga). Cuentan que el General, incluso, se la llevaba cuando salía de visitas o a viajes oficiales. Me pregunto yo que para qué se la llevaría si luego lo que usaba era “mano dura”, no “mano de santo”.
No sabemos, con la exhumación se verá, si a Franco algunos de sus seguidores le extrajeron alguna reliquia. ¡ Qué miedo !
En fin.
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Hasta el próximo jueves.
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