51ª Entrega #dsdelcampanario
"EN SANTO DOMINGO DE LA CALZADA, CANTÓ LA GALLINA DESPUÉS DE ASADA"
Gallinero de la Catedral de El Salvador y Santa María en Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) |
En uno de los laterales de la Catedral del Salvador sita en la localidad riojana de Santo Domingo de la Calzada podemos encontrar una capilla en la que lo único que se “veneran” son un gallo y una gallina blancos, ¡vivos! ¿..? Pues sí, muy curioso.
Pues la explicación la podemos encontrar en una de las leyendas más conocidas y extendidas de todas las que encierra el milenario camino de Santiago.
Cuenta esta leyenda que allá por el siglo XIV una familia alemana acompañados por su hijo peregrinaban hacia la tumba del apóstol y pararon a pernoctar en una posada en Santo Domingo de la Calzada. Aquella noche, la joven mesonera, enamorada del joven Hugonell (el hijo en cuestión de esta familia alemana) le propuso mantener relaciones a lo que aquel se negó en rotundo. La mesonera, herida en su orgullo decidió vengarse introduciendo en la mochila del joven una copa de plata y acusándolo a la mañana siguiente de robo.
Cuando las autoridades realizaron el registro y encontraron la pieza “robada” lo detuvieron, lo juzgaron y lo condenaron a la pena que entonces existía para ese tipo de delito que no era otro sino la muerte en la horca.
Los padres del joven Hugonell, una vez de vuelta de haber visitado la tumba del apóstol Santiago decidieron para nuevamente en Santo Domingo para poder ver el cuerpo de su hijo y cuál no fue su sorpresa al encontrarlo con vida al mismo tiempo que les instaba a ir a comunicárselo al Corregidor. Ellos, apresuradamente, fueron a casa de éste (era la hora de comer) y lo encontraron comiendo, lo cual le incomodó soberanamente. Cuando los padres de Hugonell le contaron lo sucedido, el Corregidor contestó: “Vuestro hijo está tan vivo como este gallo y esta gallina que me disponía a comer antes de que me importunarais” y en ese preciso momento las aves saltaron del plato, recuperaron su plumaje y se pusieron a cantar y cacarear alegremente.
En honor a este milagro del Santo de La Calzada, en el siglo XV se construyó una capilla que contiene de forma perpetua un gallo y una gallina ¡vivos! y que, según Bula del papa Clemente VI se establecen indulgencias para todo aquellos que “mirasen al gallo y a la gallina que hay en la Iglesia”.
Fue a partir de este milagro cuando la fama de Santo Domingo de la Calzada comenzó a extenderse como uno de los santos más recurridos y conocidos a lo largo de toda la Ruta Jacobea.
En fin.